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El acompañamiento esmerado;
el marco necesario para el crecimiento.
Los niños, niñas y adolescentes necesitan un marco de confianza, referencia y seguridad emocional de los adultos para poder ser felices y hacer crecer su potencial vital.
 
El espacio básico de relación entre los adultos y los niños o los adolescentes requiere que básicamente se cuide una comunicación profunda; la escucha, la libertad para decidir en los ámbitos de exploración y aprendizaje, el ambiente que fomente una conciencia de colectividad y los límites concretos y claros, a través de una intervención respetuosa dirigida a las verdaderas necesidades de la criatura.

El ser humano tiene la capacidad de construirse a si mismo, de desarrollar lo que ya es como potencial de autoregular el intercambio con el entorno, es decir, de discernir aquello que es necesario, el momento y la medida de un determinado aprendizaje. Esta capacidad se manifiesta desde el nacimiento y de forma inata como una gran curiosidad y ganas de aprender, que permite que los niños y niñas conquisten aprendizajes de gran complejidad de manera autónoma. Esta capacidad es una cuestión de supervivencia, porque es la que surge del hecho mismo de crecer y de la necesidad de adaptarse al entorno. Es por ello que resulta fundamental un ambiente rico y cercano, que cubra las necesidades del niño con posibilidades de vivencias diversas y rodeadas por el afecto incondicional. En El Roure damos apoyo a las ganas de autonomía que se manifiestan desde las primeras edades y que consideramos la vía natural, valiosa y eficaz que tienen las niñas y los niños para desarrollar sus capacidades. Este hecho comporta dejar un espacio para que encuentren sus soluciones a las situaciones que se les presentan, ya sea un conflicto en las relaciones, una caída, una dificultad en la experimentación, etc. Este hecho comporta también reconocer el valor del fracaso o de la frustración. ​ En todo caso nuestro papel como adultos no es el de evitar o solucionar problemas, sino el de acompañar las dificultades que puedan surgir para que las resulevan con sus propios recursos; de esta manera serán aprovechadas para avanzar. Nuestro papel no pasa por dar respuestas cerradas y directas a sus preguntas, sino por servir de eco y de interlocutores para que surja y se construya una respuesta propia.

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