En nuestro día a día con las niñas, niños y adolescentes, nos surgen dudas, nos pueden desbordar situaciones, reproducimos reacciones que no queremos tener... Necesitamos aprender a acompañar de una forma más centrada, abierta y respetuosa. 
La fuerza de la vida, como lo hace con una semilla, ya se ocupa de desarrollar el potencial de niñas, niños y adolescentes. En uno en torno a respeto y conciencia, necesitamos cuidar los vínculos afectivos, acompañar el mundo emocional y enriquecer el entorno para un aprendizaje holístico. 

Os invito a formar parte de un grupo para compartir vuestra particular experiencia de ser madres y padres este gran privilegio y responsabilidad! 
El que os propongo es que, juntas, creemos un espacio seguro emocionalmente y podamos atender el que los sucede a vuestros hijos e hijas y el que os sucede a vosotros en relación con ellas y ellos. Aquello del día a día que os provoca inquietud, malestar, preocupación... y aquello que os llena de alegría y satisfacción. 
Partimos siempre de situaciones cotidianas con las que nos encontramos y que cada participante comparte en el grupo. Sobre estas situaciones reales y concretas observamos, sentimos, compartimos y reflexionamos.

A las personas adultas nos toca revisar las creencias y los patrones que nos desconectan de nuestra propia fuerza vital y nos dificultan percibir las verdaderas necesidades de los niños, niñas y adolescentes y las nuestras.
Nos observaremos para poder conectar con la autoridad innata que genera confianza y seguridad. Los observaremos para poder conectar con el que necesitan verdaderamente para madurar.

Nos cuidaremos para poder cuidarlos, nos acompañaremos para poder acompañarlos.