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Acompañamiento
 

El Roure es un espacio de encuentro y acompañamiento entre familias y equipo pedagógico en torno a la experiencia de la crianza infantil. 
Este acompañamiento tiene dos vertientes: por un lado, un ambiente respetuoso y rico en vivencias para las niñas y los niños en un contexto colectivo y, por otro, una comunicación con madres y padres que invite a la observación , la percepción sensible y la reflexión para apoyar y enriquecer la experiencia de crianza de los hijos e hijas.

El equipo

En el equipo, reconocemos que las familias depositan una gran confianza en nuestra tarea, por el hecho de dejar a los hijos e hijas en nuestras manos. Recogemos esta responsabilidad, aceptamos que somos acompañantes secundarios y que les aportamos algo que complementa la función de madres y padres. Una parte de nuestra labor está relacionada con los niños y niñas. Las personas que formamos el equipo pedagógico nos proponemos desarrollar nuestra sensibilidad hacia la escucha, la observación y la percepción, así como la capacidad de analizar, interpretar y reflexionar sobre lo que cada niño y niña manifiestan. Necesitamos tener iniciativa propia para reaccionar y responder en cada momento y situación con una determinada intervención con niños y niñas. Nuestra función incluye el soporte y el acompañamiento, tanto a nivel afectivo como en la búsqueda de nuevas posibilidades de aprendizaje. Constituimos un referente continuo que siempre debe saber dejar espacio para la autonomía, en todos los aspectos. En cuanto al acompañamiento de los niños y niñas, el equipo comenta la observación de las situaciones más destacadas y las percepciones o inquietudes del momento hacia un determinado niño o niña en relación a su proceso integral. Se trata de un proceso de comunicación colectiva, de una riqueza vital para el proyecto, un espacio en el que las diferentes miradas de cada miembro del equipo establecen un diálogo intenso y vivo. La visión general del proyecto que compartimos se ve matizada y concretada desde la singularidad de las distintas visiones individuales. Siempre partimos de la experiencia y volvemos, libremente desde lo abstracto o teórico hasta lo más concreto y pragmático, de lo que es aparente a lo más íntimo, de un aspecto a otro de la compleja realidad cotidiana con los niños, para buscar soluciones, para crecer juntos. La otra parte de la labor del equipo pedagógico es la aportación a madres y padres de nuestra visión de los hijos e hijas, y de su acompañamiento en cada momento del proceso de crecimiento. Partimos de la base de que es posible un diálogo activo, construido a través de compartir informaciones, percepciones, interpretaciones y reflexiones. La otra parte de nuestra labor es la aportación a las madres y padres de nuestra visión del proceso de crecimiento de cada niño y niña. Nos une con vosotros el deseo de su íntimo bienestar. Partimos de que es posible un diálogo activo construido a través de compartir informaciones, percepciones, interpretaciones y reflexiones, pero que no pretende llegar a respuestas cerradas a las cuestiones que nos ocupan a unos y otros.

Las familias

Cada niña y cada niño se mantiene en pie sobre los pilares de su familia, de donde nace su entereza, la referencia, la mirada y la seguridad necesarios para crecer. La madre y el padre representan el eje vital en la infancia y es el vínculo de amor entre los miembros de la familia lo que permite que el niño o la niña vivan y se desarrollen. Por eso consideramos que las madres y padres sois los primeros y principales responsables del acompañamiento durante el crecimiento.

Los niños

Hay un eje y una dirección en el camino de búsqueda de nuestra experiencia de acompañamiento: cuidar la esencia del espíritu infantil. La mirada original de los niños está iluminada por el deseo de ser y aprender; pide un amplio margen de autonomía y una estrecha relación con los adultos. El verdadero aprendizaje se da a partir del impulso de cada niño y es el fruto del diálogo continuado entre su interior y el exterior. Es una dinámica intrínseca al hecho de estar vivos, aunque puede ser favorecida y alimentada o dificultada y dormida. Por eso aprendemos en todo lugar y momento y con todas nuestras capacidades implicadas. Nuestra propuesta pretende ser una experiencia dirigida a acompañar la globalidad del crecimiento del niño sin sobrevalorar ningún aspecto por encima de los demás: su mundo emocional, sus aprendizajes culturales, su capacidad de reflexión, de expresión y comunicación con los otros, la conciencia de sí mismos, su desarrollo motriz, su creatividad, etc. Pretendemos respetar el ritmo y modo de cada niño en lugar de determinar desde fuera el qué, el cómo y el cuándo en este proceso de crecimiento. Proponemos que la madre y el padre asuman el derecho y la responsabilidad básica en este acompañamiento, en lugar de la actitud de delegar en los profesionales de la educación y en la escuela una parte fundamental de su función. En este sentido, queremos que El Roure sea un espacio pedagógico habitual y cercano pero no exclusivo, en el que hay otros adultos y experiencias que no hay en casa pero donde madres y padres quieren y pueden participar. Se trata de que sean la madre y el padre quienes decidan de forma continuada el grado de asistencia en función de la necesidad de su hijo. El proyecto implica integrar los aprendizajes académicos en la vida familiar como cualquier otro aspecto de la realidad que se ofrece a los niños. Entendemos que es una experiencia enriquecedora y gratificante para cualquier adulto, puesto que implica hacerse partícipe de la curiosidad de los hijos o hijas, atenderla y acompañarla en toda su dimensión.

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