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Escuela Viva El Roure

La escuela El Roure nació en 2001, con el concepto de escuela viva. 
Es una comunidad de aprendizaje unida por una visión de la educación inspirada por Seitai, la Sistémica y la experiencia cotidiana entre familias, profesionales y criaturas. El propósito es acompañar a las criaturas en su crecimiento ya las madres y padres en su función.

La escuela El Roure inició su trayectoria en 2001 en una finca rústica del municipio de Mediona, en el Alt Penedès (Barcelona). La fundaron Begoña González y Cristóbal Gutiérrez, como un paso más en la evolución de su concepto de escuela, que llamaron escuela viva, después de fundar La Casita en 1996 en el barrio de Gràcia de Barcelona.

Las raíces del proyecto educativo son la experiencia de crianza, la experiencia con el Seitai y la Sistémica familiar...

Inicialmente el aprendizaje es una dinámica vital ineludible; se trata del proceso de integración de nuevas comprensiones destinadas a evolucionar la vida de nuestro organismo. De forma  natural siempre estamos aprendiendo y aprendemos de una manera global e interrelacionando nuestras dimensiones: la física-energética, la emocional, el intelectual.

En El Roure tenemos dos etapas diferenciadas y en relación: Los Cerezos, para niños y niñas entre 3 y 6 años y La Ginesta y La Arbreda, para niñas y niños entre 7 y 12 años.

Consideramos que cada etapa requiere un espacio y un ambiente propios, pero encontramos enriquecedora la convivencia de edades. Por eso favorecemos formas y situaciones de intercambio entre los tres grupos.

El Roure es un espacio de encuentro y acompañamiento entre familias y equipo pedagógico en torno a la experiencia de la crianza infantil. Este acompañamiento tiene dos vertientes: por un lado, un ambiente respetuoso y rico en vivencias para las niñas y los niños en un contexto colectivo y, por otro, una comunicación con madres y padres que invite a la observación, la percepción sensible y la reflexión para apoyar y enriquecer la experiencia de crianza de los hijos.

Testimonios

Tras pasar 10 años en el proyecto de El Roure, si miro hacia atrás, veo un paisaje lleno de conexión, comunidad y aprendizajes, muchos aprendizajes. Aprendizajes con sentido, de los que calan, se interiorizan y dejan huella. Aprendizajes en todos los niveles. Y no sólo para mis dos hijas, sino también para toda la familia porque una de las cosas que me levanto de El Roure es la conciencia de acompañar a mis hijas a través de mi propia revisión y transformación.

Creo que la propuesta de El Roure no pretende quitar las piedras en el camino que se puedan encontrar las criaturas, sino acompañarlas, con la mirada cuidadosa de una persona adulta cercana, en todos los retos que se las presentan y aprender de ellos. Un regalo.

Me llena de esperanza de que haya proyectos educativos como El Roure.  

Aitor Auz

Cuando quitas a ti hijo a Roure, en realidad a quien se acoge es a la familia completa, no solo al niño. Sus procesos, la forma de abordar sus dificultades, sus emociones, aunque él sea el protagonista de todas ellas la mirada del equipo se amplía e incluye, siempre, lo que la criatura está viviendo "en casa". Mi esposo y yo siempre nos hemos sentido profundamente agradecidos e inspirados por la absoluta pasión y vocación que transmiten en su práctica diaria, los adultos que acompañan a nuestro hijo.

Lina María Caicedo

Roure es una escuela muy recomendable por muchos motivos. Después de 4 años puedo asegurar que la acogida y apoyo a toda la familia y la vocación que demuestran cada día los adultos es enormemente reconfortante y tranquilizadora. La gestión y manejo de las diferentes situaciones que los niños y niñas viven en El Roure es muy profesional. La comunicación es directa y fluida y permite que las familias estén plenamente integradas en todas las actividades de los pequeños. Confiamos plenamente en todo el equipo educativo y estamos seguros de que nuestro hijo está en las mejores manos, acompañado en todo momento en el plano emocional y madurativo.

Alfredo Roca Mas

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